Fotografìa de Natalia Posada
Grupos armados, que analizan a la hora de atracar, generan miedo en la ciudad y sólo les importa el sobrevivir ante la miseria y la crueldad del mundo, sin justicia y sin nadie a quien acudir comenten actos delincuenciales, también se encuentra por otro lado los individuos del barrio, ellos no promueven la violencia, es más bien su punto de encuentro, el que define su compatibilidad, estos dos caminan a la par por Santa Rosa de Cabal.
Por Natalia Posada García
Jóvenes que salen en la noche, que cuidan su cuadra y que se sitúan en toda la esquina para charlar y a la vez cuidar en si el barrio, mientras ellos hablan de la rumba que se va hacer en la noche, en una casa enseguida de la tienda el centavo menos, se escucha una música fuerte, de las cuales algunas personas tomando y cantando a la vez, se sientan en el anden con una botella de cerveza costeña, riendo y hablando, por otro lado en la tienda de la esquina del barrio Bolívar, entran dos amigos a comprar unos cigarrillos, luego salen y se dirigen a su grupo donde varios apoyados en las paredes hablan entre ellos y algunos fumando se ponen serios y comienzan a reparar todas las personas que pasan por ahí.
Es por tal motivo, que estos eventos se realizan todas las noches en cada cuadra, da a entender que cada grupo cuida su territorio y es por esto que en Santa Rosa de Cabal, se puede apreciar la variedad de bandas juveniles, algunos tienen su propio nombre a partir de la ubicación de zonas, o según la ideología a la cual se rijan. Es por esto, que Lida García, operadora y guía en turismo opina, “los entes gobernantes, deben hacer unos proyectos comunitarios en la juventud de hoy, que los beneficien y los saquen de las pandillas y que con ello se realicen actividades constructivas para su vida” se puede decir que al formar parte de un grupo se generan muchos conflictos que conllevan a la violencia, al rechazo y al querer conquistar un territorio, ser los mejores o los más temidos, así lo afirma, Lida quién en su afán de querer mostrar un punto de vista objetivo, asegura, es posible encontrar posibles soluciones ella ha trabajado con jóvenes que apenas están saliendo de grupos delincuenciales y su vida, dependía de luchar, de defenderse contra el enemigo, donde puede más encomendarse a la virgen, cuando van a atracar y esperar que todo les salga bien.
Es así, como Martín Elías Loaiza de 40 años de edad, cuenta el lapso tan duro que tuvo que pasar, cuando unos asaltantes se montaron al bus que iba manejando de placas 520 Mosarcoop, y del cuál fue herido el 16 de julio de 2007, con una arma por un adolescente llamado José Merardo Grajales Blandón, sujeto que le disparó nueve veces hasta dejar a Martín completamente inconciente, sólo le pedía plata, que le diera todo lo que tenía. “cállense o los mato” decía el asaltante que se encontraba con una mujer y otro hombre más. Afirma Martín, quien sufrió un infarto cerebral y que hoy en día no recuerda nada del pasado, pero sí el presente, es como si su memoria estuviera divida en dos partes, entre el olvidar y el recordar los momentos tristes de ese cruel encuentro con los asaltantes, su mayor miedo hecho realidad.
Sin embargo, no sólo se dan casos en los cuales asaltan y matan, también, se presenta la miseria que los conduce a robar a la gente de Santa Rosa y que van de casa en casa pidiendo ropa, comida o alguna moneda que les quieran regalar para invertirla en el vicio. Es por esto, que para muchos jóvenes el hecho de pertenecer a un grupo, los hace mejor personas ya que encuentran algo para hacer como dice Jordán Osorio, uno de los muchachos que se para en la esquina del barrio Bolívar, pero no con el fin de realizar actos delincuenciales, sino para proteger el barrio, su lugar de encuentro, su identidad “yo me reúno con mis amigos para hablar, para reírnos un rato y así nos entretenemos en la bis. Una de las cosas que nos da miedo, es cuando pasan las barras de la trinidad y del matadero, que nos repararan bien y a uno le toca que saludar para no meterse en ningún problema, pero todo bien por la cuadra, los que somos amigos no las llevamos bien”
Por tal motivo, se puede decir que las bandas juveniles están creando un conflicto muy fuerte en la ciudad, ya que no se está haciendo mucho para solucionar este problema y se ve más niños pidiendo en la calle, y los que pertenecen a un especifico grupo denotan claramente el dolor, la desesperación, la tristeza por todas las injusticias sociales que existen, por la pobreza que genera más miseria en el pueblo santarrosano, y que hoy los entes del palacio, no hacen proyectos que ayuden a estos jóvenes a salir de su encierro, de su propio cautiverio. En el cual, se hace más énfasis en el bienestar del estado, que en el de los ciudadanos y en donde muchos niños entre 9 a 15 años y adolescentes de 16 a los 19 se entregan a la droga y al robo entre pandillas.
Por tal razón, “los muchachos de hoy, confunden el concepto de libertad y libertinaje” así, lo asegura, Rosa Matilde García, comerciante, ella ve todos los días niños acabados por la falta de oportunidades, por no tener una buena educación, los cuales ya no respetan a su familia, se la pasan en la calle, lo consideran su hogar. Ella como toda santarosana le da miedo de las maldades que se están generando cada vez más en el sector del barrio Bolívar, puesto que ya no hay seguridad y los “muchachitos” como lo dice ella, están atracando y maltratando a los tenderos, y robando todo lo que tienen.
Teniendo claro, el por qué los niños se entregan a las drogas, por la falta de oportunidades, y de no tener cierto tipo de orientación que los ayude a salir de aquellas bandas y que las personas no se sientan con tanta inseguridad. “ya no se puede salir porque le roban a uno, hay que tener mucho cuidado”, así lo comenta Nidia Hernández, una integrante del barrio Bolívar que cada vez que sale, ve niños que van por un mal camino y que están dispuestos a robar a cada momento sin importar el sentimiento de la victima, también, el manejo de la seguridad por parte de la policía es malo, así lo testifica Graciela, asistente de la empresa Mosarcoop que ve a los policías solamente situados en el centro de la ciudad, en vez de hacer una guardia por todo el pueblo, se concentran en el parque principal, cuando deberían pensar en esos jóvenes que esperan el momento oportuno para robar, “se debe crear más conciencia ciudadana” dice, Graciela que está en todo momento pendiente de los taxistas y de los buses que constantemente salen a la ciudad de Pereira. Está, es la razón más importante para que las autoridades competentes empiecen a gestionar proyectos en cuanto a la seguridad y sobre todo a brindar una ayuda inmediata a las bandas juveniles creadas en Santa Rosa de Cabal, que se rompa el silencio y esa maldad que hasta ahora viene afectando a la sociedad. Que estos jóvenes entreguen sus armas, y haya un balance para que se integren a la comunidad con el fin de aportar cosas buenas y sea una lucha conjunta por la paz.